miércoles, 27 de junio de 2012

La salud es lo primero

Recuperamos, para iniciar este blog, un artículo publicado en El Norte de Castilla con motivo de la regulación en Castilla y León de las Inspecciones Técnicas de Construcciones
A pesar de ser publicado hace ya casi dos años, sigue estando de actualidad ante la entrada en vigor el próximo 7 de julio de lo dispuesto en el Real Decreto-ley 8/2011 que establece la obligatoriedad de la I.T.E. en los municipios de más de 25.000 habitantes.

No hay nada en esta vida que se mantenga inmutable con el paso del tiempo. Nosotros, las personas, los primeros. Una vez pasada la barrera de los 40, empezamos a preocuparnos más por el corazón, el colesterol y nuestra salud en general. Lo hacemos también con los coches, obligados a pasar una inspección que nos asegure su buen funcionamiento. Dado que nos preocupa tanto nuestra salud y nuestra seguridad, ¿por qué ser reticentes al chequeo de los edificios en los que vivimos, cuando van también camino de la cuarentena?
Como se ha venido hablando en los últimos meses, la nueva Ley de la Vivienda de Castilla y León recuerda, una vez más, la obligatoriedad de los edificios de más 40 años de pasar las denominadas Inspecciones Técnicas de Edificiosademás de recalcar la obligatoriedad del  mantenimiento de los edificios por parte de los propietarios.
Estas inspecciones deben ser llevadas a cabo por arquitectos y/o aparejadores, y no son más que una revisión general y exhaustiva de la estructura, las instalaciones y las condiciones de salubridad y habitabilidad del edificio. Un chequeo que permitirá a los propietarios conocer el estado de salud de su edificio y las necesidades de mejora que el mismo pueda precisar. Un mecanismo de prevención para todos los edificios que superen los 40 años, no solo para los que manifiesten estar en mal estado.
Con estas inspecciones se pretende proteger la seguridad de todos los ciudadanos en general, y no solo de los que habitan en el inmueble. Gracias a ellas, se pueden detectar a tiempo algunas lesiones que, curadas con prontitud, serán solo pequeñas reparaciones que no irán a más en el futuro.
Tenemos que empezar a ser conscientes de que el mantenimiento de nuestros edificios es una responsabilidad que adquirimos al convertirnos en propietarios, y que en consecuencia, deberemos asumir cualquier daño que nuestro inmueble cause a viandantes, vecinos o a nosotros mismos. A pesar de que el incumplimiento de esa normativa pueda traducirse en una sanción económica, no debemos ver la obligatoriedad de estas inspecciones como un impuesto, sino todo lo contrario. El mantenimiento de nuestros edificios nos reportará un doble beneficio: un beneficio personal, en términos de salud; y un beneficio económico, tanto de revalorización del inmueble como de ahorro en los gastos de mantenimiento habituales.
En primer lugar, un edificio que no cumpla con los requisitos de salubridad y seguridad mínimos puede afectar a la vida diaria de sus ocupantes.De hecho, ya en 1982 la Organización Mundial de la Salud reconoció el Síndrome del Edificio Enfermo como una enfermedad creciente en los países desarrollados. Dolores de cabeza, estrés, ansiedad, alergias, dermatitis y otros síntomas que habitualmente asociamos a otras enfermedades, pueden estar causados por una mala conservación de la vivienda: falta de iluminación, escasa ventilación, exceso de ruido ambiental. El tener un arquitecto o aparejador que sea capaz de
hacer un análisis preventivo y ofrecer soluciones a los problemas cotidianos de los inmuebles, supondrá una mejora en las condiciones de salud de las personas.
Por otro lado, un mantenimiento preventivo de los edificios se traduce en un ahorro de hasta un 40% de sus gastos de mantenimiento. ¿Cómo? Simplemente por el hecho de contar con un técnico competente que sepa abordar los problemas desde la base, sabiendo, por ejemplo, qué tubería hay que cambiar en caso de humedades, y no pintando cada vez que esa humedad aparece. De hecho, cuando nos duele algo, no vamos directamente a la farmacia a por un medicamento, sino que primero pasamos por la consulta del médico a que nos haga un diagnóstico, y nos indique cuál es el tratamiento adecuado.
Además, un inmueble bien conservado y con unas pautas de mantenimiento continuas es sinónimo de calidad y seguridad, y ofrece un valor añadido a la hora de realizar una compra o alquiler. Estudios realizados por centros especializados en construcción han determinado que el valor de una vivienda puede incrementarse (incluso en crisis económica) hasta en un 20%, si el edificio en el que se encuentra ha obtenido un certificado favorable en la Inspección Técnica.
En definitiva, e independientemente de la obligatoriedad de estas inspecciones, es importante que empecemos a preocuparnos también de la salud de nuestros edificios. Los edificios necesitan ser atendidos, mantenidos y reparados; necesitan un médico de cabecera que sepa cuál es el tratamiento que hay que aplicar, y que controle que las tareas de mantenimiento o reparación se ejecutan correctamente.
Al fin y al cabo, si nos da miedo que fallen el corazón o los frenos del coche, ¿no nos debería también dar miedo que fallen las instalaciones de nuestro edificio, o que se rompa un elemento de la fachada? Actuar con prevención es saludable para nosotros y para nuestra economía.No debemos perder la oportunidad de chequear nuestros edificios y exigir que las inspecciones se hagan con rigor.

María Jesús Llanos Gallegos
Arquitecta y directora ejecutiva de CITÉ

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